lunes, 1 de febrero de 2010

Amos o siervos

No lo he conseguido. Todavía no ha terminado el mes de enero y ya he incumplido uno de mis propósitos: el de dejar de filosofar. Es que no puedo evitarlo. Debo asumir que soy así: me gusta darle una vueltecita a todas las cosas.

Este finde he ido a ver dos películas que, aparentemente, no tenían nada en común: Up in the air, la de George Clooney e Invictus, la de Nelson Mandela (Clint Eastwood y Morgan Freeman). Pues, casualidades de la vida, resulta que sí tienen un punto en común (tranquilos, no voy a desvelar la trama de las películas por si aún no las habéis visto): la importancia de ser los amos de nuestra propia vida. En principio parece algo obvio que sí lo somos, pero no está tan claro cuando empiezas a analizar situaciones concretas propias o de otras personas. Resulta que si no queremos ser siervos de otros y optamos por ser nuestros propios amos, hemos de luchar por ello de forma consciente y proactiva; no es algo que venga de serie en la vida que nos toca vivir.

Si os interesa el tema os recomiendo que veáis las películas y que me digáis qué os parece. Me gustaría conocer el punto de vista de otras personas sobre este tema. De momento os adjunto un poema. Ahora sí voy a revelar un pequeño detalle de la película de Morgan Freeman, pero no le resta ningún interés a verla; vamos, que es poco importante. Es el poema, de William Ernest Henley, que leía Nelson Mandela cuando se sentía abatido en algún momento durante sus 27 años de cautiverio. (Esta es una traducción que he encontrado en internet):

Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.



1 comentario:

  1. Ser el dueño de nuestra propia vida implica conocernos primero y tener energías para actuar segundo. Lo primero...difícil pero necesario, no os podría dar ninguna receta. Para lo segundo, tengo fórmula mágica: MIEL. Una cuchardita de miel mezclada con una de aceite de oliva y quien quiera que le añada un chorrito de limón. Ideal a primera hora. Probadlo.

    ResponderEliminar