martes, 1 de diciembre de 2009

Experiencia culinaria

Tengo fama entre mis amigos de ser un pésimo cocinero. Mi especialidad son las pastas y ensaladas (os podéis imaginar mi nivel…). En cualquier caso, platos que no requieran más de 10 minutos de preparación. Y, sin embargo, el fin de semana pasado descubrí una faceta personal inédita: ¡Sé cocinar!

Somos un grupito de 10-12 amigos y amigas, compañeros de viajes, que tenemos por costumbre, cada 2 meses más o menos, reunirnos en casa de uno para cenar. Y la semana pasada me tocaba a mí. Las semanas previas se va caldeando el ambiente vía email: que si cúrrate el menú, que si ya viste la cena mexicana de Javi e Isabel en su casa: tú no vas a ser menos, que si a ver si te quitas esa fama de mal cocinero ganada gracias al tagine de atún reseco de la última vez, … Y yo especialmente rindo bajo presión. Así que me propuse, casi como un reto personal, hacer una cena presentable.

Lo primero era pensar el tipo de cena. Y cómo no, se me ocurrió una cena temática de miel. ¿Qué raro, no? Lo segundo fue concretar el menú, así que me puse manos a la obra por internet, tirando de Google, y seleccioné los platos a preparar. Os adjunto el menú que preparé y del cual imprimí una copia para cada comensal. Ya os he dicho que me quería desquitar.



Os voy a dar la referencia de dónde saqué cada receta por si un día os animáis:

Crema salada de queso con miel
Ensalada tibia de lentejas negras
Solomillo de ternera a la miel
Peras al horno con miel

Ya sólo me quedaba listar los ingredientes y utensilios necesarios para hacer la compra y pedir prestadas las herramientas que no tenía. Una madre siempre será una madre y, en esta ocasión, además de prestarme picadora, cuchillos, tablas de cortar, ollas grandes, etc, ¡¡¡me hizo un mantel grande nuevo!!!

El día anterior a la cena, ya me fui a hacer buena parte de la compra, por eso de que no se me echara el tiempo encima el último día. Y el día de la cena, en un par de horas más, ya tenía todo lo que necesitaba. A la una de la tarde empecé con la preparación. Debo reconocer que estaba un poco nervioso por si iba a llegar a tiempo. El primer plato que hice, la crema de queso de cabra, decía en la receta que se hacía en 15 minutos y yo tardé 45. ¡Por si no tenía bastante presión! Pero a medida que iba avanzando en la preparación de los platos, fui cogiendo confianza y, al final, conseguí hacerme con el control de la situación.

Cuando llegó la primera amiga ya sólo me faltaba preparar el solomillo y emplatar las ensaladas de lentejas, que lo hice con un aro para que quedaran bien presentadas (en realidad lo hizo Esther, por haber llegado la primera, pero bueno). Y llegó la hora de la verdad: el veredicto del jurado. Aunque hubo algún pequeño susto, como el exceso de ajo en algunas de las cremas de queso, la verdad es que en conjunto, la cena fue un éxito. Temía que tantos platos de miel fueran a saturar el paladar, pero nada de eso, en cada plato daba un toque diferente y no se hizo nada empalagosa. Debo reconocer que yo mismo quedé sorprendido del éxito del menú. Y me dio muchos ánimos para nuestro proyecto. ¡Un buen precedente!

Desde aquí, os animo a que probéis estos u otros platos con miel que podéis encontrar por internet. La verdad es que hay montones. Y si algún día nos recomendáis alguno a través de vuestros comentarios, prometo probarlo (ahora que ya sé cocinar :) ).